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martes, 3 de enero de 2012

El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.-Víctor Hugo

         El bailar de las hojas me habla de la llegada del viento que hace vivo todo lo que toca y mirando el cielo observo como las nubes cubren poco a poco esa inmensa semejanza  al mar, de un color celeste intenso por el infinito negro del universo.
Al pasar un instante, intento cerrar mis ojos y empiezo a escuchar distante el ladrar de los perros. Lentamente el tiempo se detiene y realmente no me interesa  absolutamente nada.
Luego de un momento me encuentro totalmente dormida. Logro verme en la orilla del mar, la diminuta marea solo logra tocar la punta de mis pies, observo el inmenso sol frente mió que poco a poco se esconde tras el mar. De repente me emociono de lo mas maravilloso e inspirador del mundo, es como  “EL MAR SE CONECTA CON EL CIELO”, no hay nada mas asombroso y romántico que esto. Miro a mí alrededor y me encuentro totalmente sola. Mi mente es invadida por recuerdos, que hacen que por mi mejilla rodé una pequeña lágrima la cual confirma mi dolor. Me recuesto en la arena y empiezo a mirar el cielo, cierro los ojos y siento como el frió de la noche se acerca, pero en realidad no quiero irme. Pongo mi mano en mis labios y realmente estaban congelados, me levante y grite sin parar, y no me di ni cuenta que lloraba a la vez, hasta que en un momento caí rendida por el cansancio pero no pare de llorar. Levante mi cabeza después de un largo rato y vi que el celeste intenso del cielo se había marchado y que las estrellas estaban recién despertando de un largo sueño. De lejos oía el romper de las olas en las rocas, tome mis zapatos y camine  hasta llegar a ellas, subí y subí, una por una, hasta llegar a la cima, cerré mis ojos y podía sentir el viento  furioso por mi presencia. Miré hacia abajo y contemple el morir de las olas, al mirar esto mis ojos se renvalsaron de lagrimas hasta el punto que nuevamente comencé a llorar. Cerré mis ojos y  comencé a contar mis pasos sin tener cuidado alguno, uno, dos, tres pasos di si no mal recuerdo, luego al sentir que la roca había terminado me volteé dándole la espalda a la quebrada, abrí mis brazos y me lance. La verdad no pensaba nada, solamente sentía como el viento abrazaba mi cuerpo que lentamente caía por el inmenso vació, abrí mis ojos y quede atónita al ver como la luna y las estrellas me contemplaban, escuchaba al mar gruñendo por lo que había hecho, el viento me seguía abrazando y las rocas esperaban ansiosas mi caída.
Casi llegando a la punta de las  rocas desperté de un salto y volví a mirar a través de mi gran ventanal.


Fin.
                                               Atte. Alejandra’ Andrea ♫